viernes, 20 de febrero de 2009

Salir del círculo vicioso.

Mucha gente desea cambiar su enfoque actual en relación al dinero y la riqueza, pero no consiguen resultados deseados, por mucho que se esfuerzan en cambiar su manera de pensar. Y es que no es suficiente.

Hay que cambiar la actitud, atreverse a hacer algo nuevo, algo diferente, proponerse a cumplir con los objetivos y metas, proponer retos y desafíos.


Pero la mayoría de la gente se pasa la vida haciendo siempre lo mismo y por eso siguen cosechando los mismos resultados.


Cuando les pides que examinen su rutina diaria, descubren - que hacen las mismas cosas, las mismas actividades, a la misma hora un día tras otro:


Se levantan a la misma hora de siempre, desayunan , van al trabajo, haciendo las mismas cosas de la misma manera. Cuando regresan a casa conversan con la familia sobre los mismos temas de siempre. Y después de un largo día se acuestan con cansancio pensando que mañana tendrán que levantarse temprano para hacer las mismas cosas.


Los fines de semana también se organizan de la misma manera de siempre - los mismos paseos, las mismas comidas, la misma gente. La vida va pasando y su insatisfacción aumenta.
Ellos no ven nuevos horizontes porque piensan que no disponen de tiempo ni energías para tener ideas. Su mente se ha adaptado a su situación vital.


Tenemos dos caminos:


O nos planteamos cambiar para mejorar y dispongamos a hacer las cosas de manera un poco diferente y vayamos asimilando el hábito del cambio y de la mejora continua

O optamos por prolongar nuestras rutinas actuales hasta que adquieran tal profundidad que un día ya no seremos capaces de salir del camino trazado.


Si quieres salir de la rutina actúa de manera diferente. La solución es consolidar el tiempo para usarlo en tareas diferentes. Actividades encaminadas hacia un objetivo diferente, potenciador, dinámico y que representa un desafío benefactor.


Tienes que disponer de tiempo para detenerse y pensar las cosas, para saber hacia donde vas. De esta manera aunque todavía no has formado una estrategia definida, ya estas realizando el cambio que te prepara para desarrollar esa estrategia y cambiar tu vida.


“La rutina es el hábito de renunciar a pensar.” José Ingenieros

lunes, 16 de febrero de 2009

Cambia mentalidad sobre el dinero.

Hace unos días hablé con un hombre que desde hace 40 años juega a la lotería.
El quiere ganar un premio “gordo” para tener seguridad financiera la que nunca logró con su trabajo.

- No lo entiendo, dice el - suelo comprar boletos que aciertan los 3 o 4 últimos números, y siempre me falta uno o dos para ganar un premio grande. Muchas veces estoy a punto de alcanzarlo pero como si alguna fuerza extraña me lo impide. Suelo ganar de 300 a 500 euros al mes con loterías pero nunca he conseguido ganar más.

- ¿ Como te sentirías si ahora tuvieras el dinero que quieres ganar con la lotería ? - le pregunto

- Buff, un problema, me tendría que cambiar de barrio seguramente, tendría que ir a otro sitio donde no me conoce nadie, la gente es envidiosa me podría robar…

- Quizás por eso no tienes el dinero que quieres, le dije yo.

Y es que la razón principal por la que las personas no alcanzan sus metas económicas tiene que ver con las creencias contradictorias que tienen guardadas en su mente.

¿ Qué significa eso ?

Pues, puede ser que tu deseas tener más dinero, pero si tienes la creencia que el dinero en si - es un problema, que si poseerías dinero que deseas la gente te miraría mal, o que serías, con mayor facilidad, objeto de robos o crimines, que si ganas mucho dinero no tendrías tiempo para nada más, que si tuvieras mucho dinero te convertirías en una persona “mala” como lo son casi todos los ricos - eso puede ser el motivo principal el que te frena a la hora de alcanzar dinero que deseas.

Estas ideas con el tiempo se han convertido en creencias que en realidad no tienen ninguna base racional. Este tipo de mentalidad puede actuar como un freno inconsciente hacia la riqueza.

En realidad, ser rico no implica ser mala persona, al igual que ser pobre no implica necesariamente ser bueno. En cuanto al tiempo que hay que dedicar a ganar dinero, no tiene porque ser más del que actualmente dedicas a tu trabajo.
De hecho, hay mucha gente que gana lo imprescindible para vivir y sin embargo dedican todo su tiempo y energía para eso. Y en caso contrario, hay muchos que ganan importantes sumas de dinero de forma honesta, dedicando no obstante, tiempo a su familia, a sus amigos, a sus aficiones y así mismos.

A menudo se piensa que si alguien ha llegado a tener dinero será “ a costa de pisar a otros”;y en realidad muchas veces el origen de grandes fortunas proviene del desarrollo de ideas y actividades que sirven para que la gente viva mejor.

Hay muchas formas de ganar dinero de forma honrada. En realidad las oportunidades son ilimitadas. La única limitación es la mente humana.

Para saber que creencias limitadoras tienes sobre el dinero te aconsejo anotar en un papel en blanco todas las ideas negativas que se te ocurran en relación con la riqueza. Después escribe pensamientos que contrarresten a los primeros de forma razonable. De esta manera conseguirás limpiar tu mente de las resistencias que pueden impedir alcanzar tus metas económicas.

"Cuando oigo a alguien suspirar "La vida es dura", siempre estoy tentado de preguntar: ¿comparada con qué?" Sydney Harris
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jueves, 12 de febrero de 2009

Elige ser optimista.

Todos hemos tenido que pasar por algunas situaciones difíciles en la vida, pero la diferencia está en nuestra forma de afrontarlos. Las personas optimistas se rehacen de sus derrotas y continúan luchando, mientras que las pesimistas se desmoronan, se rinden e incluso, según las circunstancias, pueden caer en la depresión.

Ser optimista no es sinónimo de escapar de los problemas y de intentar engañarse. El optimista ve la realidad con sus luces y sombras, con la creatividad de mejorar lo que se puede.
Saber enfocar lo que nos ocurre de un modo positivo tiene efectos muy beneficiosos, pues el optimismo está relacionado con la alegría, la perseverancia, el éxito e, incluso, la salud física.

Las personas podemos aprender a ser más optimistas y adoptar una actitud positiva en las situaciones difíciles de la vida. Saber ver lo bueno de cada circunstancia nos hará superar con más facilidad las complicaciones y ser más felices.

Solo nosotros podemos elegir ver nuestra realidad con ojos de optimista o pesimista:

Positivo o negativo

- “El negativo es siempre una parte del problema. El positivo es siempre una parte de solución.

- El negativo siempre tiene una excusa. El positivo siempre tiene un proyecto.

- El negativo dice: ése no es mi trabajo. El positivo dice: permíteme hacerlo por ti.

- El negativo ve un problema en cada respuesta. El positivo ve una solución en cada problema.

- El negativo ve siempre oscuridad en medio de la luz. El positivo ve siempre luz en medio de la oscuridad.

- El negativo dice: puede ser posible, pero es muy difícil. El positivo dice: puede ser muy difícil, pero es posible.

- El negativo acepta su destino. El positivo construye su destino.

- El negativo complica lo posible. El positivo simplifica lo complejo.

- El negativo se concentra en no fracasar. El positivo se concentra en ganar.

- El negativo nunca gana. El positivo nunca pierde.” (por Palabras de aliento )
Vale la pena ser optimista y tener una actitud positiva.

“La condición esencialísima para ser optimista, es tener una absoluta confianza en sí mismo.” E.W. Stevens
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lunes, 9 de febrero de 2009

Dueño de tu tiempo. Disminuir el ritmo. Parte II.

Las personas que vivimos en países industrializados aceptamos las prisas como algo natural.
Vivimos presionados por las nociones de “comenzar”, “hacer”, “terminar”…

Y cuando conseguimos liberar un poco de nuestro tiempo de tareas rutinarias, encontramos nuevas tareas y actividades, hasta el punto de volver a necesitar más tiempo. Siempre vamos faltos de tiempo, de no tener suficiente.

Por eso es muy importante aprender establecer prioridades, aprender amigarse con el tiempo.
Tomemos el simple ejemplo del despertar por las mañanas.
¿ Cómo empezamos el día cuando nos despertamos por nuestra cuenta ? ¿ Y cuando nos despierta el despertador ?

Los pensamientos condicionan enormemente nuestra experiencia y nuestro comportamiento. La manera en que nos relacionamos con el tiempo es crucial. ¿ Es un amigo o un enemigo ? ¿ Tenemos mucho o poco ? ¿ Es rígido o flexible ?

El tiempo siempre se renueva, siempre y cuando no pensemos que se nos está agotando. El escritor Mark Twain dijo: “ Hoy es el mañana que ayer te preocupaba."

Decidiendo nuestras prioridades podemos amigarnos con el tiempo. Podemos preguntarnos, por ejemplo:
“ ¿ Qué me hace feliz?” Y si somos capaces de incluir la respuesta a lo largo del día, seguro que al caer la noche no nos sentiremos traicionados.
¿ Acaso pensamos en el tiempo cuando, después de haber subido a una montaña nos detenemos en la cima para admirar el paisaje ? ¿ Acaso el tiempo transcurre del mismo modo cuando estamos encantados conversando con un amigo entrañable, o escuchando la música a solas,?
Tratemos de pensar en aquellos momentos en los que no hemos sido conscientes del paso del tiempo: ¿ Dónde estábamos ? ¿ Qué hacíamos ? ¿ Cómo nos sentíamos ?
Cuando disminuimos el ritmo, obtenemos importantes beneficios, en especial para nuestra salud.
Cuando estamos en contacto con nuestros ritmos naturales, nos es más fácil trascender el tiempo.

Una manera de conseguirlo es meditar, tomar un descanso en la naturaleza, experimentar la belleza, escuchar música o leer un libro. Estas practicas nos brindan un sentido amplio del tiempo.

Cuando conseguimos salir de nuestra vida agitada y dominada por el reloj, nos relajamos mental y espiritualmente. Unas cortas vacaciones alejados de ese tiempo que marca el reloj nos permiten sentirnos menos oprimidos.

“Utilicemos el tiempo como herramienta, no como vehículo.” John F. Kenedy

miércoles, 4 de febrero de 2009

Dueño de tu tiempo. Vidas aceleradas. Parte I.

No sabemos vivir sin estar pendientes de nuestro reloj y constantemente nos quejamos de la falta de tiempo.

Sentimos que nuestras obligaciones nos desbordan y que no llegamos a todo. A pesar de todos los artilugios inventados en el siglo pasado para ahorrar tiempo, nos quejamos hoy más que nunca de su falta.

El sentimiento y la queja - de que carecemos de tiempo es un resultado directo de la actitud materialista que rige nuestras vidas: pensamos que tenemos que acumular experiencias, hacer cosas, tachar actividades hechas de la lista, cumplir con las obligaciones, antes que disfrutar y vivir nuestra vida.

Pensamos, que tenemos que aprovechar cada una de las horas del día; de esta forma, el ritmo de vida se acelera más y más hasta llegar, a menudo, a los limites de nuestras fuerzas.

Tenemos prisa y eso no nos gusta. Además se ha demostrado que, cuando estamos estresados, paradójicamente nuestra prisa nos hace menos eficientes.

Pensamos que, porque no tenemos suficiente tiempo, todas esas cosas son una carga y un penoso recordatorio de que la vida es breve.

Aun así, todos hemos experimentado lo que significa la subjetividad del tiempo: estamos en una reunión que parece llevar dos horas y, cuando miramos el reloj, solo han transcurrido veinte minutos. Estamos de vacaciones y los días parecen pasar en un suspiro.

Y como cuenta Stefan Klein ( Licenciado en Biofísica ) el tiempo que experimentamos de forma subjetiva depende mucho menos de lo que creemos del tiempo exterior que marcan los calendarios y los relojes, puesto que la percepción temporal funciona dentro del cerebro de forma muy distinta a cómo un reloj mide el tiempo.
El reloj cuenta siempre las mismas vibraciones de un oscilador, de un cristal de cuarzo o incluso de un átomo, mientras que nuestro cerebro deduce los minutos y las horas transcurridas por caminos mucho más complejos.

Sin embargo, nuestra cultura no tiene en consideración el tiempo interior. Desde la infancia nos enseñan que el tiempo interior y el de los relojes son uniformes e idénticos. Por eso creemos que nuestra percepción está determinada únicamente por el exterior. Las consecuencias fatales de esta forma de pensar se hacen evidentes en nuestra relación con el estrés.

Por tanto, el hecho de vivir o no bajo presión del tiempo no está determinado, en principio, por el ritmo de vida o el número de compromisos que hayamos adquirido. Se trata, más bien, de en que medida tenemos el sentimiento de control sobre nuestra propia vida.

Con el fin de conseguir una nueva actitud frente al tiempo, necesitamos de nuestra propia motivación - debemos enfrentarnos a las pasiones, a los miedos y a los gustos personales. Nos engañamos a menudo haciéndonos creer que estamos obligados a darnos prisa, siguiendo un ritmo determinado por otros, cuando en realidad, somos nosotros mismos quienes voluntariamente adoptamos un ritmo de vida ajeno como algo propio.

Pero, en cierta medida, mientras nos vamos percatando de esa ilusión, comenzamos a disponer de nuestro propio tiempo: podemos aprender a dejarnos llevar por la corriente del tiempo en lugar de ahogarnos en ella.

“ Amamos lo que no se puede atrapar y que, sin embargo, está siempre presente: el tiempo”.

domingo, 1 de febrero de 2009

Buscar equilibrio entre la mente intuitiva y mente racional.

Muchos de nosotros olvidamos por completo de nuestra mente intuitiva y nos ocupamos exclusivamente de lo racional, de nuestros diarios acontecimientos. Es un error pensar que la mente racional y la mente intuitiva se contraponen, porque en realidad, son dos capacidades que se complementan.

Tanto en nuestra vida profesional como en nuestra vida cotidiana tenemos que equilibrar y armonizar el uso de nuestra mente intuitiva y mente racional. Debemos intentar razonar todos nuestros impulsos y todas nuestras apetencias, pero sin olvidar nunca que, aunque la mente intuitiva - lo que tradicionalmente se ha llamado “ corazón” - no siempre esté acertada, siempre tiene sus razones. El corazón como su nombre indica “ co-razona”.

En todo momento y en cualquier circunstancia de nuestra vida, el instinto constituye nuestro motor primario: él es quien nos guía en la búsqueda de placer y el bienestar y nos ayuda a esquivar el dolor y el malestar.

Llorenç Guilera ( profesor de Psicología básica) cuenta que nuestras emociones vienen acompañadas de respuestas corporales que hacen que aceptemos o rechacemos lo que el exterior nos ofrece, mucho antes de que nuestra parte racional tome consciencia de lo que está pasando.

A continuación, la parte derecha de nuestra corteza cerebral contrasta esta información instintiva y emocional, que ha obtenido de forma automática, con el recuerdo de experiencias similares vividas hasta entonces, y extrae instantáneamente una certeza sobre cuál debe ser nuestra actuación. Esto lo que llamamos intuición.

Inmediatamente después, el hemisferio izquierdo de la corteza cerebral procesa esa misma información, que es analizada y sometida a deducciones. Es lo que llamamos razonamiento, un proceso mucho más lento y cuyos resultados no están siempre en conformidad con los del instinto y la intuición.

La intuición no es infalible, como tampoco lo son los instintos ni los pensamientos racionales. Entonces, ¿ debemos confiar en nuestras intuiciones? Claro, que sí, incluso mucho más de lo que educación formal actual nos enseña. Numerosos avances tienen su origen en el pensamiento intuitivo de sus investigadores.

Cada día echamos mano de la intuición miles de veces. Por el contrario, podríamos contar con los dedos de una mano, las veces que, al cabo del día, tomamos una decisión o resolvemos un problema utilizando la mente racional. La mente intuitiva está activa siempre y, en cualquier situación, nos proporciona su dictamen y su sensación de certeza. Si tenemos un problema bien definido y, además, contamos con suficiente información y tiempo, será preferible que recurramos también a la mente racional, para que ratifique o rectifique las conclusiones intuidas. Pero, si nos falla cualquiera de las tres condiciones, estamos obligados a hacer caso a nuestra intuición.

No podemos despreciar la intuición y olvidar que, sin ella, no existirían ni inventos, ni descubrimientos, ni innovaciones, ni creatividad alguna…

“ La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional una sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que honra a los sirvientes y que ha olvidado los regalos. Lo único realmente valioso es la intuición.
Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los pequeños detalles que somos capaces de percibir con nuestro débil y enclenque mente”.
Einstein.
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