Cada vez nos damos más cuenta que tenemos que cuidar nuestro entorno y sanear nuestro ambiente. Buscamos nuevos y mejores procesos de reciclaje de residuos tóxicos, apostamos por las energías limpias y renovables, desarrollamos modelos que mantengan el equilibrio entre la explotación de los recursos naturales y el ambiente; pero muchas veces dejamos de lado nuestra ecología emocional.
Olvidamos gestionar nuestras emociones y sentimientos con responsabilidad y la conciencia.
De la misma forma que no debemos lanzar residuos tóxicos a un río - porque toda su fauna y el propio río pueden morir - tampoco debemos permitirnos ir lanzando indiscriminadamente partículas emocionales tóxicas al exterior. Ya que de esta manera se produce un contagio emocional negativo, se contagian conductas, ideas y emociones desadaptativas que nos producen dolor y debemos aprender a filtrar.
“Si bien no siempre somos responsables de lo que sentimos, sí que lo somos de lo que hacemos con lo que sentimos. Y nuestras acciones y nuestra pasividad tienen consecuencias.”
Tratar con personas es convivir con emociones. Si no sabemos gestionar nuestras emociones solo generamos mayor sufrimiento e infelicidad de uno mismo, pero también en quienes nos rodean, dado que se pueden contaminar con nuestro caos.
Así nos vamos contagiando y amplificamos el caos, el sufrimiento y la destrucción. Este “calentamiento emocional global” tiene un precio demasiado caro que no nos podemos permitir pagar. Algunas de sus consecuencias son:
- Adicciones como forma de huida.
- Sufrimiento global.
- Aumento de los miedos y fobias.
- Agotamiento.
- Caos emocional.
- Conductas violentas: mobbing, maltrato físico, verbal, psicológico, emocional o moral.
- Desesperanza.
- Corrupción.
- Enfermedades: ansioso-depresivas.
Debemos aprender a reciclar nuestros residuos emocionales a diario, su retención nos causa desequilibrio. Y si no lo hacemos, corremos el riesgo de utilizar a quienes nos rodean como contenidotes para volcar nuestra tensión y toxicidad no procesada. Recibimos lo que lanzamos y si no nos gusta lo que nos llega conviene revisar lo que emitimos.
A menudo buscamos culpables en vez de darse cuenta que somos los únicos responsables y que somos nosotros quienes debemos gestionar el revoltijo de emociones caóticas que a veces nos inundan. Rebotamos la agresión - que creemos haber recibido - a quien sentimos que nos ha ofendido o acaso a quien, por pura casualidad, pasaba por ahí. Las emociones son personales aunque estén desencadenadas por factores externos.
“ Toda la energía que no se dirige a crear, se dirige a destruir.” Erich Fromm.
Puedes leer más sobre Ecología emocional en la Web: http://www.ecologiaemocional.com/ de Jaume Soler y Mercé Conangla autores de “La ecología emocional”.
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Conciencia emocional. Liberar las emociones bloqueadas. Parte II.