lunes, 24 de noviembre de 2008

Regla número uno - Concederse permiso.

En la infancia casi todos recibimos unos mandatos por nuestros padres y educadores. Estas pautas, muchas veces absurdas, que nos han sido transmitidas voluntaria o involuntariamente cuando éramos niños nos marcan y condicionan muchas veces para el resto de la vida.

Aquí sólo hay unos cuantos mandatos de múltiples que hemos podido recibir. Supongo que a ti te suena más de una :

Regla Nº 1. No podemos ser quienes somos. Debemos parecernos o actuar como nuestra sociedad cree que es correcto y como ellos nos aseguran que es lo mejor para nosotros.

Regla Nº 2. No podemos permitir perder el control de las cosas. Todo debe quedar bajo nuestro dominio.

Regla Nº 3. No podemos correr riesgos, porque la vida es peligrosa y todo lo que hagamos por placer implica una amenaza.

Regla Nº 4. Debemos ser uno más y no competir. Está prohibido sentirse importante.

Regla Nº 5. Vivir sin compromiso afectivo. Está prohibido involucrarnos emocionalmente, porque eso trae sufrimientos.

Regla Nº 6. No está permitido disfrutar de la vida, porque eso confrontaría con la idea de nacer, sufrir y morir.

Regla Nº 7. No podemos equivocarnos. Porque eso es un fracaso y objeto de desprecio de los demás.

Regla Nº 8. No podemos ser totalmente libres , ni en nuestras decisiones, ni en nuestros pensamientos, tampoco en sentimientos.

Debemos hacer lo que esperan de nosotros, estudiar lo que es mejor, trabajar como se debe y casarnos con la persona adecuada.

Todos esos condicionamientos nos hacen construir un programa para nuestra vida, que nos limita a tener una determinada forma de interpretar el mundo. Cuando somos niños no podemos no escuchar estos ordenes. El niño necesita agradar, sentirse querido y valorado. Y de esta manera el niño abandona la infancia con una clara idea de lo que esperan de el.

Tarde o temprano nos damos cuenta de todas esas absurdas prohibiciones que arrastramos desde hace tantos años y que una buena calidad de vida es concedernos el permiso de vivir con intensidad y compromiso cada minuto de nuestra vida., darnos todos los permisos que nuestro cuerpo, alma y espíritu nos demanden.

Romper con una vida programada y asumir proyectos realmente propios que estén en línea con nuestros deseos, sólo de esta manera podemos vivir la vida que deseamos.

Nosotros tenemos el poder de elección para ser lo que escojamos ser.
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